Poniendo el sistema de propiedad en peligro – Bloque anarquista manifestación 1 de mayo 2022 Berlín.

“El cambio que se avecina sólo puede venir a través de una revolución, porque la clase poseedora no permitirá que se produzca un cambio pacífico; aun así, estamos dispuestos a trabajar por la paz a cualquier precio, excepto al precio de la libertad.”
Lucy

“Llevamos un nuevo mundo en nuestros corazones, y este mundo está creciendo ahora mismo aquí mismo”
Durruti

“Lo que el ojo ve, la mano lo sostiene. El material inflamable de la propiedad hace estallar la llama de la revolución”
Stirner

Muy a menudo reivindicamos con facilidad estar en contra del capitalismo, sin detenernos realmente a pensar lo que el capitalismo relmente significa. Perdidos en la lucha abstracta contra la bestia insaciable, olvidamos cuan real este es.

Desde hace mucho tiempo, la arrogancia de los ricos y de la gente en el poder para proclamar el dominio exclusivo sobre nuestras vidas ha ido en aumento. Controlando nuestro tiempo por medio del trabajo, pretenden apropiarse de nuestras emociones y relaciones sociales. El cansancio ya no nos pertenece, sino el deber de nuestras horas semanales. El mismo recuento de horas que borra nuestro deseo de tiempo de ocio con amigas y seres queridos. Es este deber el que empuja nuestros cuerpos y con ellos nuestro primer espacio de enunciación a las manos capitalistas del estado y sus sirvientes. Conectando nuestras vidas en el más íntimo tejido con la propiedad. Estableciendo la prisión del binarismo como una verdad absoluta y clasificando algunos cuerpos y comportamientos como más valiosos que otros.

La propiedad privada tal y como la conocemos, en el sistema capitalista en el que hemos nacido y crecido y que, por tanto, se percibe casi como algo “natural”, data en realidad de hace unos pocos siglos. Sólo desde el siglo XVII se considera que la propiedad es un hecho natural y un derecho inviolable.Hoy en día, la propiedad privada se considera en todos los países un verdadero derecho sagrado y natural, absoluto e inalienable, necesario e inviolable, digno de ser protegido por la fuerza de las ideas y protegido por la fuerza de las armas. Asi la riqueza se ha convertido en un bien absoluto, y el capitalismo en la opcion mas llamativa.

La propiedad es necesaria para el Estado, para que los ricos y los poderosos mantengan su hegemonía. Por el contrario, no es en absoluto necesaria para la felicidad. ¿Qué ganamos con tener más que los demás? ¿Por qué debería hacernos felices? No es la posesión de algo lo que nos hace felices, sino la capacidad de disponer de ello. Entonces, ¿por qué no podemos disponer de las cosas que necesitamos junto con los demás, en lugar de quedarnos con todo para nosotros? Hay una gran diferencia entre poder utilizar un determinado bien colectivamente de la misma manera o de la manera que los individuos necesitan y poseerlo sólo para uno mismo. Las posesiones y la propiedad dan poder. Poder sobre cuándo, cómo y quién puede acceder al bien. Incluso los bienes básicos que se necesitan para vivir, como la vivienda, la alimentación, la sanidad, la movilidad, el conocimiento… son propiedad privada de unos pocos ricos, de empresas o del Estado que deciden a qué precio y en qué condiciones se pueden poner a nuestra disposición. Esto crea una extorsión continua, una correa apretada alrededor del cuello, que se alarga y se acorta dependiendo de las intenciones de quien sostiene la correa.

El Estado y los gobernantes necesitan defender su hegemonía y la propiedad privada. Necesitan las leyes, para comprobar que se cumplen y, en consecuencia, establecer un cuerpo de ejecución y represión, representado por la policía y las prisiones.
Estas dos instituciones, la prisión y la policía, están estructuradas y diseñadas para reforzar la desigualdad social ya presente en la sociedad y para proteger las jerarquías y el poder.
No es casualidad que los grupos de delitos con mayor número de casos registrados sean el robo, el fraude y los daños a la propiedad, que suponen el 62 % del total de registros penales en Alemania.

Otro paso en la escalera de la propiedad privada es la monopolización de los medios de producción por parte de quienes mantienen el capital. El sistema actual requiere un ritmo de producción furioso para alimentar las fauces del capitalismo. No importa lo que se produzca y a costa de quién, lo importante es producir siempre más.

La industria armamentística es un claro ejemplo de producción exclusiva, que requiere grandes cantidades de recursos y mueve enormes cantidades de capital, pero ¿quién lo necesita y quién lo quiere realmente? Nosotros, desde luego, no. Armas que funcionan como medio de globalización, posicionando a la nación como forma única y absoluta de consolidación social. Creando fronteras que sólo cuando están bajo el poder de estas armas y sus servidores, se hacen visibles a los ojos de quienes las habitan. Encontrando en la guerra, un recurso imperioso, para consolidar sus sistemas centralistas de poder mediante el monopolio de la violencia.

Es la eterna mentira de la clase dominante para cambiar el ropaje de la dominación colonial. Una dominación colonial que, con excusas de supremacía blanca, viola, esclaviza y asesina a poblaciones enteras posicionando como bárbaro y peligroso cualquier sentimiento colectivo que no se ajuste a su democracia moderna. Todo para apropiarse de los recursos naturales y extraerlos por la fuerza en beneficio de unos pocos en el norte-global. La promesa adormecedora de la democracia moderna occidental que se convierte en un arma contra todos los movimientos de emancipación en el sur-global.

Desde la dominación colonial hasta la apropiación de nuestros cuerpos, la tarea más difícil es obligarnos a no mirar el mundo a través de los ojos de quienes nos dominan. No convertirnos en aliados de los que nos oprimen y, por tanto, oprimir a los que han sido posicionados un escalón por debajo de nosotros en el mundo.
La felicidad sólo puede existir con la libertad y sólo podemos hablar de libertad cuando todos somos libres.

Estamos hartas de soportar debates sobre la pobreza, y de que nos digan que debemos esperar pacientemente hasta obtener los llamados beneficios del sistema capitalista. Estamos hartas de ser peones en sus juegos de poder, de ser explotadas y explotadores. No queremos mas este mundo maltratado en todas sus formas, ni vivir en la mentira de los estados democráticos y del capitalismo. No queremos ni servir ni ser servidos y rechazamos toda forma de jerarquía y de autoritarismo.

No podemos quedarnos quietos y pasivos, nuestras ideas deben difundirse y tomar forma en la práctica para una liberación total de nuestro ser y de todas las colectividades subyugadas y explotadas. Para que el poder, acompañado de todos sus componentes autoridad, jerarquía, opresión y propiedad privada; y en todas sus formas, como el Estado y sus instituciones, las jerarquías religiosas, el patriarcado, el colonialismo, el capacitismo y el especismo, sean sólo un recuerdo lejano.

Como bloque anarquista, somos la unión de diferentes experiencias de vida e ideales. Es el amor a la libertad y la convicción de luchar contra el capitalismo lo que nos une, y nos permite convertir nuestras diferencias en una lucha conjunta contra la opresión. Reconocemos la necesidad de que todos nos esforcemos por aceptar esas diferencias. Por ello, este no es un llamado a unirte a nosotros, sino una invitación abierta a construir juntas, a profundizar nuestro diálogo, a luchar colectivamente.

La expropiación, la ocupación y la estafa al Estado y a la burguesía son algunos ejemplos de acciones directas contra la propiedad privada, que reivindicamos y relanzamos como un acto de liberación de las cadenas del capitalismo, para recuperar la posesión de lo que nos ha sido arrebatado.
Una reapropiación que no quiere ser un fin en sí mismo, no nos basta con tener para nosotros lo que conseguimos recuperar, sino que queremos compartirlo. Destruyamos el sistema de propiedad privada y pongamos en práctica la solidaridad: que los recursos sean comunes.

No queremos un trozo del pastel, ¡queremos toda la pastelería!

Una vida sin capitalismo es posible.
¡Por sabotaje colectivo!